Por: Sergio Salazar Aliaga
“Sopocachi de mis sueños juveniles, quince
abriles quién volviera hoy a tener”, es parte de la letra del famoso tango
“Illimani”, escrita por Néstor Portocarrero Vargas un año nuevo de 1933 en
pleno conflicto con el Paraguay, más conocida como la Guerra del Chaco. Hoy es
un himno para La Paz.
En pleno centro de Sopocachi, en la Av.
Ecuador esquina Belisario Salinas a unas cuadras de la Plaza España y del
Montículo, donde emerge la estatua de Neptuno testigo de la inspiración
del artista plástico y pintor Cecilio Guzmán de Rojas y del escritor Julio de
la Vega entre otros, donde nace “Sultana
café arte”.
La sultana es la cáscara de la capa
del fruto exterior de la cereza del café, en Bolivia se la prepara tostando ligeramente una parte de la
cáscara mezclado con canela, clavo de olor y azúcar. La idea de esta bebida fue
dejar un mensaje de sostenibilidad, además de la originalidad. “Sultana café arte” también da una
sostenibilidad al arte, a la literatura, a la pintura y eso es lo novedoso, que
se convierte en otra la actitud frente a la naturalidad narrativa que es la que
caracteriza al barrio de Sopocachi.
“Sultana
café arte”
se vuelve en un mundo que realmente no habíamos visto hace mucho tiempo en la
ciudad de La Paz, su estética diferente nos puede transportar a momentos de
nuestra historia, de nuestra literatura, con gran calidad, para atrapar a sus
visitantes a quienes acoge con su mística que carga, su mural donde aparece Yolanda
Bedregal, Jaime Sáenz, Blanca Wictucter y Franz Tamayo, pintados a la
perfección por la artista Sharon Pérez, quien con tanto realismo da esa ficción
de que personajes estuvieran sentados al lado de la mesa discutiendo algún
poema o tema artístico. Al otro lado del café se refleja un esténcil de la
ciudad de La Paz diseñado por Abel Bellido.
Su menú está dividido por actos, en
las bebidas te encuentras con el “Loco” de Arturo Borda… “El Loco simplemente
extiende sus dominios, se apropia del narrador y luego del autor y sale a la
calle a mirar el mundo”, esta bebida es un poco de Sultana de la casa más
ajenjo artesanal. Está “La noche” de Jaime Sáenz… “Nadie podrá acercarse
a la noche y acometer la tarea de conocerla, sin antes haberse sumergido en los
horrores del alcohol”, café caliente americano más un shot de pisco.
Una bebida que me gusta mucho,
el “Chaqui fulero” de Víctor Hugo Viscarra… En este Chaquí fulero hay cuentos
que parecen poemas, como una tristeza perdida en el silencio y muchos de ellos
son de antología que es sultana aromatizada con singani y uvas borrachas.
En otro acto de su menú, en el sector
dulce, hay nombres como el “Borsalino”, ese sombrero que llego a mediados de
los años 20 diseñados por el italiano Giuseppe Borsalino, hoy las señoras de pollera son las que más usan, Antonio
Paredes Candía en su libro La chola paceña describe “un comerciante trajo a La
Paz un lote de sombreros para varón tipo tongo —como el que usaba Charles
Chaplin—, que estaban de moda en todo el mundo. Sin embargo, le llegaron de
color café, cuando la preferencia en la sociedad era el negro. Ante el riesgo
de perder su inversión con la mercadería, se le ocurrió hacer algunas
modificaciones, como colocar una cinta con dos pequeños lazos sostenidos por
una pequeña hebilla de concha y terminados en borlas. Luego, puso los sombreros
en el mostrador junto a un letrero que anunciaba: “Última moda para cholitas” y
ahí cambio la moda paceña.
“Sultana
café arte” te invita a seguir metiéndote
en el mundo en el que te están presentando.
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