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Por: Sergio Salazar Aliaga
Vivimos en un espacio-tiempo donde prevalece la teoría del “sistema
mundo moderno capitalista” planteada por Immanuel Wallerstein.
Este teórico es muy enriquecedor en conceptos, una de las categorías que más me gusta es el debate de la dependencia, pero ahora lo citamos para entender las estructuras interestatales que reproducen un sistema por la competencia en la que viven, en realidad los países desarrollados, es ahí que las hegemonías son cambiantes, dependiendo de la economía-mundo donde se disputa en el plano del terreno internacional.
Este teórico es muy enriquecedor en conceptos, una de las categorías que más me gusta es el debate de la dependencia, pero ahora lo citamos para entender las estructuras interestatales que reproducen un sistema por la competencia en la que viven, en realidad los países desarrollados, es ahí que las hegemonías son cambiantes, dependiendo de la economía-mundo donde se disputa en el plano del terreno internacional.
No nos debe sorprender que en las últimas semanas vimos un
escenario virulento de parte del presidente de los Estados Unidos Donald Trump en
contra Siria, ya la derrota sufrida por los yihadistas y los denominados
rebeldes en Alepo (El yihadismo es el denominativo occidental para identificar
al sector más radical y violento de los islamistas), por eso anticipaba los ataques terroristas de
parte del imperio, que además fue acompañada por sus aliados británicos y
franceses que alteraron el orden rector de la Naciones Unidas.
Esto se vuelve como un eterno retorno por su repetición, como
sentenciaba el filósofo Nietzsche “como una hipótesis necesaria para la
reivindicación radical de la vida: la vida es fugacidad, nacimiento, duración y
muerte, no hay en ella nada permanente”. Digo esto porque ya se repitieron
estos ataques en Libia, en Irak, con el pretexto de las “armas químicas”, y lo
peor es que nunca las encontraron, pero si destrozaron esos Estados Naciones de
Medio Oriente para quedarse con el control del Petróleo, como decía Atilo Borón
“hacen del orden mundial un orden de mi…”.
Existe una característica importante en esta restructuración
geopolítica mundial que se está dando, el escenario sigue siendo medio oriente,
pero a diferencia de lo que pasó en Libia, hoy Rusia está en la disputa del
petróleo, Trump no se detuvo en el hostigamiento a Assad rompiendo la tregua
con Putin. China teme la expansión del yihadismo y también necesita del petróleo.
Así que el mundo entero contempla Siria.
No solamente la amenaza a Rusia y el ataque a Siria fueron
los titulares de todos los periódicos del mundo, sino también la arremetida
contra el establishment, (al establishment la vamos a comprender como las
instituciones pre establecidas), su avance de ratificar el muro con la frontera
mexicana, la anulación de visados a varios países árabes, la expulsión de indocumentados
de tierra gringa, la conclusión del seguro de salud (Obamacare) y entre muchas
otras medidas más que significaron un retroceso en comparación de la
administración de Obama, ex Presidente de Estados Unidos.
Por eso, se visibiliza que el gobierno de Trump es el gobierno más ultra-derechista y nacionalista que tuvo Estados Unidos en este último tiempo, sus medidas van en contra de los derechos conquistados por las minorías existentes, claro ejemplo es su “xenofobia” a los latinos y también a los afro-americanos, muchos teóricos como Rosendo Fraga lo denominan como un “populismo anti-sistémico”.
Desde este lado del mundo Trump no ha cambiado en nada las
relaciones geopolíticas con América Latina, es más se ha intensificado la
coerción a las políticas impuestas, se ha intentado levantar a la Organización
de los Estados Americanos OEA y de acabar en definitiva con La Unión de
Naciones Suramericanas UNASUR, que fue creada para contrarrestar la influencia
de Estados Unidos en la región. El resultado es que se salieron seis países,
Brasil, Chile, Argentina, Perú, Colombia y Paraguay, todos ellos serviles a las
exigencias de la Casa Blanca.
Estados Unidos quiere restituir la propuesta neoliberal, el
Consenso de Washington vuelve a tomar protagonismo para dar curso al mundo
unipolar, al fin de la historia y el pensamiento único y a su estrategia
económica que siempre fue el tratado de libre comercio.
Tras la muerte de Hugo Chávez el comandante de Venezuela, y
el fracaso del Área de Libre Comercio de las Américas ALCA, el imperio
coloquialmente hablando comenzó a tener relaciones con convenios bilaterales
que significaron la construcción de la Alianza del pacífico que fue un proceso
lento pero garantizado. En el plano estrictamente geopolítico de nuestro
continente los Estados Unidos lograron rearmar su bloque de integración
regional y acabar con los llamados gobiernos progresistas.
La alternativa más fácil sin necesidad de generar violencia o
dictaduras como lo hizo en el pasado, fue la dominación de su “patio trasero” a
cambio de intercambios comerciales, y poniendo a serviles peones en el poder,
el primer anfitrión a eso es el presidente de la Argentina Mauricio Macri, quien
afirmó en la VIII Cumbre de las Américas en Lima – Perú, que el camino son los “proyectos
neoliberales del libre comercio”, eso representa el fin de un ciclo de reformas
de recuperación de derechos populares, de democratización y de unidad
latinoamericana, Macri en la casa Rosada sacó el cuadro de Evita Perón para
sustituirlo por el de Fukuyama.
Otra estrategia que utilizan es borrar lo que hicieron los
gobiernos progresistas, hacerlos desaparecer, lo intentaron muchas veces con
Venezuela, al no lograrlo comienzan a descalificar a los líderes protagonistas
de las izquierdas, es el caso de Raúl Castro, de Nicolás Maduro, y Evo Morales.
En otros países les fue muy bien como en Brasil donde
acabamos de ver un golpe parlamentario y mediático a Dilma Rousseff y que
terminó con la vulneración del Supremo Tribunal Federal a LuizIgnácio Lula da
Silva metiéndolo preso, al no permitirle el“habeas corpus” desobedeciendo su
misma constitución: “Nadie puede ser considerado culpable si su sentencia no
transitó en el juzgado”.
El delito de Brasil comenzó al participar en la agenda mundial y el intento de ingresar al Consejo permanente de Seguridad Nacional, cosas a las que nunca un país latinoamericano se hubiera atrevido.
Lo mismo ocurrió en la Argentina con el juicio a Cristina
Kishner y la descalificación de uno de los mejores gobierno que tuvieron, con
redistribución y solidaridad, lo que pasa ahora es preocupante, la fuga de
capital, las promesas de Mauricio Macri de llenar de dólares, de bajar la
inflación, los sueños individuales, el boom de emprendedores, la revolución de
colores, todo eso quedó en un imaginario, porque hasta ahora sucedió todo lo
contrario, Macri siempre dice “lo peor ya pasó” pero al parecer lo peor está
por venir, la inflación subió a un 15% con tarifados, sin energía y hundimiento
y apertura al regreso del neoliberalismo.
Dentro de la geopolítica Estados Unidos logro que América
Latina no tenga contacto directo con Europa, es el plan de Trump para mostrar
ese poderío frente a China y mostrarle que ya acabaron esos años de bonanza de
exportaciones y de neo desarrollismo.
Y para terminar Bolivia es una isla en este nuevo giro que
tuvo Latinoamérica, pero Evo Morales manejó de la mejor manera sus fichas a
nivel mundial, la demanda de la Haya concentró toda la energía nacional e
internacional y la economía es la más estable en el continente con índices de
crecimiento. Hay Evo Morales y el milagro económico por muchos años más.
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