Por: Sergio Salazar
Aliaga
El año 2014 Evo Morales
ganaba las elecciones generales con más del 61%, fue el inicio del proceso de
la industrialización gracias a la nacionalización, por supuesto que los debates
empezaban a cambiar.
El nuevo bloque
histórico indígena entraba en escena, pero la batalla estaba en la nueva
correlación de fuerzas que no es nada menos que la lucha de clases, en la lucha
social.
El nuevo Estado se
cimentaba, la economía aumentaba, el PIB per cápita se triplicaba, la inversión
pública fue la mayor de la región, comenzó a aparecer fuertemente el ahorro en
el sistema financiero, los empresarios fueron beneficiados con utilidades en el
sector privado. Bolivia fue uno de los países con menor inflación en la región,
es decir comenzamos a tener un país viable, se estaba materializando las
revueltas populares y de los movimientos sociales de comienzos de siglo, algo
que irritó a la vieja derecha.
Para cerrar ese
capitulado de las elecciones de 2014, a mi parecer el mejor análisis que leí en
esa temporalidad lo hizo el Vicepresidente Álvaro García Linera que lo
denominaba “el nuevo campo político” en ello explica la gravedad política post
elecciones y dice: “El efecto gravedad fuerte”.
Dentro del espacio euclidiano,
que normalmente usamos en una hoja de cuaderno, el punto medio entre dos puntos,
cualesquiera, se obtiene uniendo con una línea recta a ambos y hallando la
mitad de dicha recta. Algunos analistas políticos aplican esta forma básica y
primitiva de comprensión geométrica a la lectura de la sociedad y cuando se
refieren al “centro político”.
Como se caracteriza el
Vicepresidente bastante crítico con los analistas políticos u opinologos del
país, les dijo: “No cabe duda que se trata de una lectura falsa y simplista,
pues supone la existencia de “dos puntos”, es decir, de dos propuestas
políticas polarizadas, con el mismo “peso” social, por lo que el “centro”
político correspondería a aquellos que se ubican en la “mitad” de dichas
propuestas. Pero, ¿qué sucede cuando no se tienen dos propuestas políticas
polarizadas, sino una sola, mientras que las otras giran como satélites, más a
la izquierda o más a la derecha, del centro unipolar?
Termina proponiendo una
nueva forma de entender el panorama político en este caso el nuevo campo
político con el que había terminado el proceso electoral, “Euclides aquí no
ayuda mucho”. Abusando de las analogías,
el espacio de Riemann es más útil en este caso. Se trata de un espacio de
cuatro dimensiones: ancho, largo, profundidad y tiempo. Einstein lo usó para
graficar las curvaturas del espacio-tiempo bajo los efectos de la gravedad.
Bajo estos supuestos, el “medio” de dos puntos no es la mitad de la línea recta
euclidiana entre ellos, sino la mitad de la línea curva que los une, de manera
que si la curvatura del espacio es muy pronunciada cerca de uno de ellos,
visualmente la “mitad” estará muchísimo más cerca del punto que se encuentre en
el borde de una curvatura del espacio. Esto, debido al efecto de gravedad que
curva el espacio-tiempo.
En síntesis la
propuesta de la izquierda, por el efecto de la fuerza de gravedad política,
devino en “centro”, el campo político entero, que la sociedad boliviana entera
se “izquierdice” en su totalidad hizo que el MAS ocupe el centro político.
En Latinoamérica el
campo político cambió, muchos de los teóricos lo denominaron como el “fin de
ciclo”, hubieron muchos frenos para la continuidad de estos gobiernos de tinte
progresista, uno de ellos fue la no articulación para la creación del “Banco
del Sur”, no poder salir de la vulnerabilidad, es decir generar una
diversificación productiva, no se logró industrializar, ni generar integración
energética entre los países aliados, en el derecho internacional no pudieron
generar integraciones regionales, mucho menos comerciales con sistemas
cambiarios, es más el dólar se hizo cada vez más fuerte y es parte de la crisis
que vive hoy la argentina con una desvalorización de su moneda.
Al no haber generado un
desarrollo productivo comenzó a sentirse la disminución de exportaciones de
China, en vez de negociar como bloque de integración regional con ese país que
va creciendo cada vez más, en general Latinoamérica no pudo entrar en el neo
desarrollismo mundial, y fue un intento fallido para la región, es por eso que
la derecha comenzó a tomar terreno, el primero en ascender democráticamente fue
en la Argentina con Mauricio Macri, lo mismo pasó en Ecuador con Lenin Moreno y
el golpe judicial a Lula en Brasil, ese escenario marcó y muchos teóricos
empezaron a hablar de “fin de ciclo” y el intervencionismo de las derechas por
el libre mercado. En Bolivia y Venezuela acusan de autoritarismo y de recuperar la democracia, es un cinismo.
En la VIII Cumbre de
las Américas en Lima – Perú, el presidente Argentino ratificó su deseo de
volver al neoliberalismo, apoyado con el presidente de Brasil Temer, es un
retorno práctico al modelo de los años 90, entre ellos está el tarifazo de
servicios públicos, retroceso en los avances laborales, a los trabajadores, en
la educación y salud, en realidad es enfrentarse con los sectores populares, la
desmoralización popular para comenzar el proceso de privatización y libre
mercado. Me encanta la frase de Macri que dice “lo peor ya pasó” cuando es
evidente que lo peor está por venir.
En Bolivia tuvimos el
mayor crecimiento de la región, batiéndonos hoy en una isla de gobiernos de
derecha post neoliberales, exceptuando a Venezuela que está en resistencia por
la virulencia del petróleo encabezada por Estados Unidos y todas sus agencias
de inteligencia, acechando. La paradoja a nivel continental es que en Bolivia
el izquierdismo sigue en vigencia y en ascenso, y no es por el discurso
antiimperialista del Presidente Evo Morales, es por la coherencia en el
ejercicio de la práctica del poder que aumenta el choque con la clase
dominante, pero que existe una redistribución de la renta, un buen manejo de su
macroeconomía y sus niveles de tensiones políticas bajan por el asistencialismo
de la administración gubernamental.
Evo Morales y El MAS
están para ganar las elecciones el 2019 por la crisis de representatividad que
ocurre en la oposición que carece de propuesta, proyectos y de estructura
política.