Por Sergio Salazar Aliaga
¿Quién no ha visto a los Simpson? Esa serie puede ser tan
incorrecta, como combativa, pero sobre todo tiene un enfoque deconstruccionista
del mundo. “Cuando vamos aprender, la democracia no funciona” decía Homero
Simpson en el capítulo ¿Y Dónde Está el Inmigrante?
Y es que hoy en la coyuntura en la que nos encontramos la
palabra democracia sufre de una desvalorización del término y se comienza a
generar una diversidad de fenómenos interpretativos de la misma, ¿la democracia
funciona? Sería la pregunta a la que queremos llegar a responder.
¿Y dónde está el inmigrante? En ese capítulo surge la
necesidad de hacer un Referéndum democrático destinada a expulsar a los
migrantes de Springfield, ya que el alcalde Diamante identifica que ellos son
el problema del déficit y decide subir los impuestos. Homero por supuesto va
estar a favor de esa política, hasta que se da cuenta que afecta a los seres
más cercanos y por lo tanto cambia de opinión. Intenta cambiar la opinión de
muchos en el pueblo, fracasando y la propuesta de expulsión es la ganadora,
Homero termina diciendo: “Cuando vamos aprender, la democracia no funciona”.
Algo parecido nos está pasando acá en Bolivia, muchas de las
personas hablan que se perdió la democracia que estamos en un estado de
dictadura, que la democracia está muriendo, pero lo dicen desde una forma
nominal, individual y personalísima. A nombre de eso comenzaron a organizarse
diferentes plataformas ciudadanas como instrumentos movilizadores, que
democracia maldita la nuestra.
Dentro del minimalismo teórico entendimos la democracia
simplemente como la lucha del reconocimiento de derechos políticos y de
representación, es decir el voto lo es todo, sin embargo la democracia es mucho
más, la democracia es el control del excedente dentro de un Estado, porque
reorganiza la política para tener acceso a la sociedad para que tenga un
consumo de la misma proporción con todos los ciudadanos, entonces la democracia
no solamente es el voto, si no el acceso del Estado a la sociedad, la
democratiza.
Georges Bataille en su texto “La parte maldita” habla del
excedente y que por lo general los gobiernos la gastan improductivamente. En
las sociedades modernas el excedente pasa a la producción para convertirse en
una reproducción y acumulación ampliada, se centraliza en una acumulación
económica, que se olvida del gasto colectivo, comunitario y se convierte en privativo,
es decir lo privatiza.
En los procesos neoliberales de los años 90 los Estados
perdieron su soberanía porque perdieron el excedente. En el caso boliviano
puntualmente cuando comienza el proceso de las privatizaciones con Jaime Paz y
después la capitalización con Gonzalo Sánchez de Lozada, nuestras empresas del
Estado entregaron todo el control y su usufructo del excedente a manos de
capitales privados, a los monopolios transnacionales, perdiendo así el control
de los recursos generados y quedándonos con un Estado sin soberanía controlado
por Multinacionales.
El neoliberalismo destrozó al Estado y a la ciudadanía
llevándonos a la desigualdad y la no redistribución del poder político y
social, pasando a manos de pocos empresarios políticos llamada oligarquía
política o élite política, fueron los que se quedaron como accionistas o nuevos
dueños de las empresas privatizadas, como el caso de Samuel Doria Medina que
como Ministro de Planeamiento se benefició de las industrias “cemento el
Puente” y “cemento Fancesa” que pasaron a sus manos, es decir se volvieron
dueños del poco excedente que sobraba.
Bolivia dejó de generar excedente y pasó a acelerar su ritmo
de rotación y acumulación. El dinero sale al exterior, pero Bolivia es
subalterna frente al capital mundial, la desigualdad comienza a crecer en
grandes proporciones y comienza a existir una explotación y exclusión a los
trabajadores/as y a los ciudadanos/as,
se pierde la soberanía en la toma de decisiones porque dejamos de ser
accionistas, en ese sentido también se pierde la forma democrática y comenzamos
a vivir de préstamos y donaciones. El claro ejemplo es el ex presidente Carlos
Mesa que en su renuncia dice: “Estoy pagando una parte de su salario de la
limosna internacional porque extiendo la mano”.
En otras palabras el excedente deja de corresponder con la
comunidad y se convierte en desigual para los sujetos del consumo, el excedente
es uno de los pilares fundamentales de un país, es la soberanía de los Estados
y cuando excluyes el consumo de tu excedente a tu población también es un no
reconocimiento a la ciudadanía política.
El año 2006 entró a gobernar Evo Morales Ayma y cambia la
lógica del consumo del excedente, como en los Simpson, se da cuenta que esa
política neoliberal afecta a los seres más cercanos y decide cambiarla. Es por
eso que para el 1ro de mayo de ese año decide nacionalizar los hidrocarburos.
Ese día histórico expresa: “que el llamado proceso de
capitalización y privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos
– YPFB ha significado no sólo un grave daño económico al Estado, sino además un
acto de traición a la patria al entregar a manos extranjeras el control y la
dirección de un sector estratégico, vulnerando la soberanía y la dignidad
nacionales”.
La nacionalización es el núcleo de soberanía, es el control
del excedente que permite a los Estados auto-gestionarse y ampliar su consumo
colectivo, de servicios, generar empresas, salud, educación, es devolver la
dignidad a la ciudadanía, es devolver el sentido a la democracia. Solamente un
líder con horizonte político pero sobre todo con amor a la patria podía cambiar
esa realidad, siempre hubo y hay esa voluntad política hacia el pueblo.
Evo Morales Ayma dio de Democracia más que cualquier otro al
recuperar el excedente, al nacionalizar nuestros recursos naturales la cual
viene acompañado de la ecuación sociedad – Estado que reconoce e incorpora
nuevas formas políticas de igualdad entre individuos. Bolivia hoy es mucho más
igualitaria, el 2006 la pobreza extrema pasaba 60%, hoy bajamos al 16% es decir
que más de tres millones de personas fueron beneficiadas.
Hoy hay mucha más democracia que nunca, Bolivia es por cinco
años líder del crecimiento económico en Sudamérica. QUE NO TE ENGAÑEN
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