lunes, 14 de enero de 2019

BOLIVIA. EVO, EL 21F Y LA DEMOCRACIA MALDITA







Por Sergio Salazar Aliaga

¿Quién no ha visto a los Simpson? Esa serie puede ser tan incorrecta, como combativa, pero sobre todo tiene un enfoque deconstruccionista del mundo. “Cuando vamos aprender, la democracia no funciona” decía Homero Simpson en el capítulo ¿Y Dónde Está el Inmigrante?

Y es que hoy en la coyuntura en la que nos encontramos la palabra democracia sufre de una desvalorización del término y se comienza a generar una diversidad de fenómenos interpretativos de la misma, ¿la democracia funciona? Sería la pregunta a la que queremos llegar a responder.

¿Y dónde está el inmigrante? En ese capítulo surge la necesidad de hacer un Referéndum democrático destinada a expulsar a los migrantes de Springfield, ya que el alcalde Diamante identifica que ellos son el problema del déficit y decide subir los impuestos. Homero por supuesto va estar a favor de esa política, hasta que se da cuenta que afecta a los seres más cercanos y por lo tanto cambia de opinión. Intenta cambiar la opinión de muchos en el pueblo, fracasando y la propuesta de expulsión es la ganadora, Homero termina diciendo: “Cuando vamos aprender, la democracia no funciona”.

Algo parecido nos está pasando acá en Bolivia, muchas de las personas hablan que se perdió la democracia que estamos en un estado de dictadura, que la democracia está muriendo, pero lo dicen desde una forma nominal, individual y personalísima. A nombre de eso comenzaron a organizarse diferentes plataformas ciudadanas como instrumentos movilizadores, que democracia maldita la nuestra.

Dentro del minimalismo teórico entendimos la democracia simplemente como la lucha del reconocimiento de derechos políticos y de representación, es decir el voto lo es todo, sin embargo la democracia es mucho más, la democracia es el control del excedente dentro de un Estado, porque reorganiza la política para tener acceso a la sociedad para que tenga un consumo de la misma proporción con todos los ciudadanos, entonces la democracia no solamente es el voto, si no el acceso del Estado a la sociedad, la democratiza.

Georges Bataille en su texto “La parte maldita” habla del excedente y que por lo general los gobiernos la gastan improductivamente. En las sociedades modernas el excedente pasa a la producción para convertirse en una reproducción y acumulación ampliada, se centraliza en una acumulación económica, que se olvida del gasto colectivo, comunitario y se convierte en privativo, es decir lo privatiza.

En los procesos neoliberales de los años 90 los Estados perdieron su soberanía porque perdieron el excedente. En el caso boliviano puntualmente cuando comienza el proceso de las privatizaciones con Jaime Paz y después la capitalización con Gonzalo Sánchez de Lozada, nuestras empresas del Estado entregaron todo el control y su usufructo del excedente a manos de capitales privados, a los monopolios transnacionales, perdiendo así el control de los recursos generados y quedándonos con un Estado sin soberanía controlado por Multinacionales.

El neoliberalismo destrozó al Estado y a la ciudadanía llevándonos a la desigualdad y la no redistribución del poder político y social, pasando a manos de pocos empresarios políticos llamada oligarquía política o élite política, fueron los que se quedaron como accionistas o nuevos dueños de las empresas privatizadas, como el caso de Samuel Doria Medina que como Ministro de Planeamiento se benefició de las industrias “cemento el Puente” y “cemento Fancesa” que pasaron a sus manos, es decir se volvieron dueños del poco excedente que sobraba.

Bolivia dejó de generar excedente y pasó a acelerar su ritmo de rotación y acumulación. El dinero sale al exterior, pero Bolivia es subalterna frente al capital mundial, la desigualdad comienza a crecer en grandes proporciones y comienza a existir una explotación y exclusión a los trabajadores/as  y a los ciudadanos/as, se pierde la soberanía en la toma de decisiones porque dejamos de ser accionistas, en ese sentido también se pierde la forma democrática y comenzamos a vivir de préstamos y donaciones. El claro ejemplo es el ex presidente Carlos Mesa que en su renuncia dice: “Estoy pagando una parte de su salario de la limosna internacional porque extiendo la mano”.

En otras palabras el excedente deja de corresponder con la comunidad y se convierte en desigual para los sujetos del consumo, el excedente es uno de los pilares fundamentales de un país, es la soberanía de los Estados y cuando excluyes el consumo de tu excedente a tu población también es un no reconocimiento a la ciudadanía política.

El año 2006 entró a gobernar Evo Morales Ayma y cambia la lógica del consumo del excedente, como en los Simpson, se da cuenta que esa política neoliberal afecta a los seres más cercanos y decide cambiarla. Es por eso que para el 1ro de mayo de ese año decide nacionalizar los hidrocarburos.

Ese día histórico expresa: “que el llamado proceso de capitalización y privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos – YPFB ha significado no sólo un grave daño económico al Estado, sino además un acto de traición a la patria al entregar a manos extranjeras el control y la dirección de un sector estratégico, vulnerando la soberanía y la dignidad nacionales”.

La nacionalización es el núcleo de soberanía, es el control del excedente que permite a los Estados auto-gestionarse y ampliar su consumo colectivo, de servicios, generar empresas, salud, educación, es devolver la dignidad a la ciudadanía, es devolver el sentido a la democracia. Solamente un líder con horizonte político pero sobre todo con amor a la patria podía cambiar esa realidad, siempre hubo y hay esa voluntad política hacia el pueblo.

Evo Morales Ayma dio de Democracia más que cualquier otro al recuperar el excedente, al nacionalizar nuestros recursos naturales la cual viene acompañado de la ecuación sociedad – Estado que reconoce e incorpora nuevas formas políticas de igualdad entre individuos. Bolivia hoy es mucho más igualitaria, el 2006 la pobreza extrema pasaba 60%, hoy bajamos al 16% es decir que más de tres millones de personas fueron beneficiadas.

Hoy hay mucha más democracia que nunca, Bolivia es por cinco años líder del crecimiento económico en Sudamérica. QUE NO TE ENGAÑEN

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