Por: Sergio Salazar Aliaga
Los vientos alisios estaban
tan bravos aquella tarde de julio de 2014, ese día conocí a Walter Chávez, comenzaban
nuevos retos, se iniciaba la campaña nacional, ya había escuchado hablar mucho
de él, de hecho había una mística de operador político que podía vencer
cualquier adversidad, es por eso que me faltaban razones para explicarle
nuestra estrategia de campaña que estábamos elaborando para llegar a los
sectores de la juventud a la cual denominamos un proceso de articulación.
En esa reunión fue la
primera vez que lo vi, le dimos el planteamiento y las ideas de campaña, en lo
personal esperaba una discusión a fondo que me levante el ánimo, sin embargo interrumpió
la discusión, no porque mis argumentos le hubieran vencido, sino por todo lo
contrario, veía una debilidad en nuestras estrategias y tácticas que
plantábamos, que recién hoy puedo entender la rigidez de sus palabras: Manejar
a muchos es lo mismo que manejar a pocos. Se trata de un asunto de organización.
Es ahí que decidimos
hacer la campaña sin su ayuda y con el temor a los argumentos del interlocutor
imprevisto, donde también me compadecí de las incertidumbres de mi generación y
repartí las añoranzas que se venían. Fue muy buena campaña, y Walter fue muy
buen estratega, no lo puedo negar, y en lo poco que lo conocí también pude
aprender algo de él.
Pero en la nocturnidad
Walter se ponía como un sospechoso de la conexión con el gobierno a punto de
preparar maletas, su debacle dentro de la esfera gubernamental era ya
irreparable, comenzaba con tonos subversivos por toda la opinión pública, y se
declaraba alejado de todo punto político, es más se declaraba como un “conspirador
desocupado”, sin embargo se olía una doble conspiración, en cuya dirección
rivalizaba a la gestión del oficialismo. Tuvo reuniones secretas con la
oposición, y con una oposición empresarial de la derecha dueño de cadenas de
fast food, que deseaba conocer si el
aceptaría cooperar con su nuevo proyecto en la campaña para el NO, el cual pensaba
que ninguno podría sustituir a ese operador.
Que paso Walter, la
pedagogía de la política deforma los valores, que posee tal poder de
desorientar hasta frustrar a uno mismo, llega aun a contaminar gobiernos
revolucionarios, hoy ya no imprimes el Juguete Rabioso defensor de un indigenismo,
hasta de un evismo que alguna vez dijiste, ahora imprimes debilidades
idiotizadas con patente norteamericana, tanto peso de papel sobre tu
conciencia, y hoy impulsado por la amargura, como decías: Hace mucho tiempo te
toco ser importante… y feliz, por tus asuntos que dan notoriedad, tus artículos
publicados en periódicos respetados, por las campañas políticas que ganaste, hasta
fuiste asesor de un presidente que es poco menos que un mito.
Hoy quedas como un intelectual lírico, y ya no
como esos rebusques, en chantajes eventuales a particulares a los affaires de
segunda cuantía, esas víctimas amenazadas entre entrevistas de chantaje
amistoso. Creo que has querido engañarte en una ilusión. Y esa construcción que
hiciste en el Juguete Rabioso como uno de los periódicos más agiles y más
valientes que hayan existido en Bolivia, donde no se encontraban groserías,
insultos o difamaciones personales, sino una sátira y comentarios cáusticos
sobre hechos y grupos políticos, hoy será un mito que se traiciono… y “vas a las colonias penales”.
Que más vendrá..
Continuara…para romper el cerco y seguir publicando intrigas y criticas
inspiradas en la propia pasividad