Por: Sergio Salazar Aliaga
De verdad que tanto carnaval me había
puesto en la banca de suplentes para escribir, es así que este texto lo corregí
varias veces, comencé varias veces, hasta darle una forma más agradable, me
gusta la frase de “un buen escritor se aprecia mejor por lo que rompe que por
lo que publica”, podríamos decir que fue el caso en concreto
Todo comenzó en la ocasión del XVI
Aniversario de la Fundación del Estado Plurinacional de Bolivia, símbolo de la
promulgación de la Nueva Constitución Política del Estado, hecho que significo
la incorporación de grupos campesinos, indígenas que históricamente habían sido
excluidos de la vida política, la Asamblea Constituyente había marcado el
horizonte del Estado Plurinacional de Bolivia, que abrió la pluralidad de voces
y perspectivas, consolidando un futuro inclusivo y diverso para todos, con
unidad, justamente por eso para el miércoles 22 de enero de 2025, se había
decidido hacer una pequeña entrada folclórica con toda la diversidad de
nuestras culturas… era el comienzo del carnaval...
Para esa entrada folclórica me toco
ser aguatero y ayudar en diferentes temas como la indumentaria (traje típico)
qué era el de macheteros, el que mi institución participó, un día antes me
llamaron para coordinar, llegue un poco antes, entre al auditórium del
edificio, es ahí que vi a Nataly, pase dos veces, la mire, me puse nervioso, fue
algo mágico, como un amor a primera vista. Después los acompañe al ensayo a la
Plaza Abaroa, centro del barrio pintoresco de Sopocachi.
Al día siguiente fuimos a un
encuentro de fraternización con toda la gente, un choripán, refrescos, bailes,
amistades, etc, ese día supe que Naty era alegre y pacífica, y de corazón
fácil.
Podríamos decir que fue algo así como
la canción de Los Ángeles Azules, Belinda y Lalo Ebratt, Amor A Primera Vista,
“La rola que sonaba incitaba a gozar, cuerpo a cuerpo, tú y yo, pegaditos los
dos; Te dije, al oído: "me gustas y quiero que vengas conmigo esta
noche"”. Seguía la canción, seguía la noche, seguía el baile y continuando
la canción “Sin pensar en el pasado ni el presente, no me importa, amor, saber
de dónde vienes, si soy el primero o el último en tu lista, yo sé bien que es
amor a primera vista”.
De ahí, con un par de amigos más, nos
fuimos a mi departamento, yo lo llamo mi recinto, ahí por lo general se me
encuentra tarde en la noche, donde recibo visitas y amigos, está lleno de
objetos queridos, ella al ver todas esas cosas me decía “tus cachivaches” ...
en realidad soy un coleccionista, cada cosita tiene una larga y curiosa
historia.
Ahí me trasnocho escuchando,
Quirquiña, Octavia y al Grillo Villegas, bebiendo tragos cortos y a menudo
jugando cacho...
Parte de esa tradición bohemia, que
no se trata de una ficción literaria, sino, es una realidad de nuestros
sufrimientos... por eso el carnaval es tan importante para nosotros... Y por
eso el carnaval había comenzado esa noche.
El sufrimiento del boliviano es tan
grande que no nos queda otra que mostrar una sonrisa...
Aún alegres o aparentemente alegres
lloramos y nuestras lágrimas se derraman en la música popular... en las danzas,
en el folclore, en los deseos insatisfechos y en los proyectos que nunca se
cumplen, en los discursos que oímos y en el aire de la montaña que sopla, trayéndonos
remordimientos de no poder ponernos de pie.
El escritor Peruano Luis Alberto
Sánchez en sus crónicas se atrevió a decir que los bolivianos eran prácticamente
"ENCUEVADOS" es decir introvertidos que vivían y pensaban para sí, en
la soledad de sus montañas... Bebían copiosamente, disfrazados de diablos en
sus fiestas y otra vez volvían a sus cuevas...
Le refutó con energía el escritor
boliviano Fernando Diez de Medina y le dijo algunas de sus verdades: el
boliviano no es como el limeño desparramado, alegre, con mezcla de amarillo y
de negro, muy distinto al "serrano" que se parece al boliviano.
Todo eso cambió... ese día del Estado
Plurinacional al conocer a esa cochalita... dos cuartos, suma de lo que soy, en
realidad ella es todo lo que yo no soy, tan diferente, que con su sonrisa
conquista el mundo...
Baile demasiado, casi como cuando
nunca lo hago, no había bailado hace mucho tiempo... esa tarde noche zapateé
hasta la difícil y complicada danza del Salay. En realidad, me estaba
divirtiendo y sin darme cuenta estaba siendo feliz, lo malo fue al día
siguiente, cuando desperté me di cuenta que había dormido poco y mal, con dolor
de cabeza y con un sedimiento de estribo de cobre en el paladar, que lo
interprete como estragos naturales de la parranda de una noche anterior
No suena nada poético, ya que estoy
hablando de felicidad, pero la analogía es romántica al repensar la undécima
tesis de Karl Marx sobre Feuerbach: “Los filósofos sólo han interpretado el
mundo de diversas maneras; pero de lo que se trata es de transformarlo” ...
ella había venido a transformar mi mundo, mi vida en esos momentos... tiempo
después transformó mi monotonía cotidiana... podría decir, que fue la
anaciclosis de mi eterno retorno.
La anaciclosis y el tiempo del mito
en la historia no es nada menos que, la concepción del tiempo para los antiguos
griegos y romanos estaba dada por su idea de tiempo cíclico. Ya en Platón y en
los estoicos aparece la noción de ciclo cósmico, el que se renueva cada varios
miles de años.
Por eso ella fue una ruptura en el
tiempo, el corte o un comienzo como las películas de Bridget Jones, que es la
mejor forma de entender el tiempo y la repetición, cuando ella dice, desde el
próximo año, comienzo con nuevas metas.
Esa fue la motivación para que a los
dos días fuera a visitarla a Cochabamba, donde aprendí un nuevo mundo.
Me dijo que bailaba caporales, me
dijo que su fraternidad se llamaba “Centralistas Socavón”, yo como un extraño o
un explorador fui a su ensayo... la vi bailar, vi sus dinámicas moleculares, vi
a sus compañeros, esa comunión del caporal, la banda, los saltos, todo nuevo
para mí.
Ese mismo día me llevo a una fiesta
de su frater, ahí descubrí la noche Cochala, de lejos la mejor noche de
Bolivia, es jovial, alegre, tiene su frescura, que alucinante es estar en
Cochabamba. La Paz y Santa Cruz pecan de que todo está disperso, y sus distancias
son grandes, en Cochabamba todo está concentrado en la Av. Melchor Urquidi, Av.
América y Portales, eso es lo que le da un toque de glamour.
Comencé a ir a Cocha cada fin de
semana, el segundo finde aprovechaba para ir a un curso antiimperialista con mi
amiga Esther Sara, más conocida como capibara, en el avión recosté la cabeza en
el espaldar y antes de cerrar los ojos le dije –cuando despierte- recuérdame
que me voy a casar con ella. El amor que sentimos desde el comienzo fue
apasionado, cortés y espiritual, y se refleja en las convenciones isabelinas
del amor romántico. Que no es malo, solamente deconstruido por algún feminismo.
En eso llego el convite en Oruro… y
lo demás es historia.
Y lo demás es historia? 😂
ResponderEliminarTendría que seguir escribiendo, por ahí una segunda parte...
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