jueves, 12 de octubre de 2017

LES HABLAMOS DE ERNESTO


Públicado en: http://kaosenlared.net/les-hablamos-ernesto/

Por: Anahi Alurralde Molina y Sergio Salazar Aliaga

No recordamos cuando fue la primera vez que observamos la imagen del Che, tampoco recordamos como empezaron a hablarnos de él.

Luego el sistema se encargaría de presentárnoslo de mil maneras. La clásica de los que predican ser de izquierda, que lo llaman guerrillero heroico. Los otros, que no lo bajan de asesino y que vino a matar soldaditos a Bolivia. Los del medio que se llaman rojos que lo apoyan, pero que retiran la mano rápidamente, para sospechar de él, para decir que se equivocó en la táctica. Y los de atrás que siempre terminan el concierto o una guitarreada con una balada del Che.

Silvio Rodríguez en 1972 escribía: América te hablo de Ernesto, pronto se convirtió en una de las canciones emblemáticas con la que muchos nos acercamos un poquito más al Che, hoy en 2017 debemos seguir hablándole a América y al mundo de quien fue Ernesto Guevara, no para sumar filas a los homenajes porque ya sobran aquellos que le alzan altares  y repiten sus frases de memoria.

Hay que hablarle a América de Ernesto porque estos 50 años desde ese funesto  9 de octubre no han bastado para diseminar el sentido común guevarista. América debe saber de ese cantar suyo que sonó a estampido.

Existe multiplicidad de corrientes a la hora de hablar de Guevara, pero la que más llama la atención es como va evolucionando su pensamiento, la evolución óntica de su propio ser, ya Heidegger había interrogado al Ser, para encontrar caminos y clarificar conceptos, ese des-encubrimiento del Ser, o ese proceso de construcción a esa conjugación del Ser del hombre.

Ernesto se encontraba en ese proceso, un hombre obsesionado con Heggel, con la filosofía, re-descubriendo el pensar latinoamericano. Fernando Martínez decía que le gustaba comparar: "El socialismo del hombre en Cuba" con el "Manifiesto Comunista", porque pienso que es el Manifiesto Comunista del Che, donde él expresa su madurez y su reto; el documento más ambicioso producido en América”.

Ernesto va moldeando ese pensamiento, va contribuyendo al marxismo latinoamericano, a la economía política, como diría Tablada “El marxismo del Che también invita a pensar y a reflexionar que el marxismo no está libre de culpas del descalabro de todos los regímenes socialistas del siglo XX”.

Por todo esto insistimos que Ernesto no fue el guerrillero heroico al que lo reducen, él fue un hombre en constante construcción de su ser y deconstrucción de su pensar, el construía humanidad  y hasta en sus últimas horas vida lo demostró.

América debe saber que tres horas antes de morir, una maestra boliviana jubilada ingresó a la escuelita de la Higuera y le alcanzó una sopa de maní al Che, él antes de empezar preguntó: ¿Y mis compañeros ya comieron?

Puede alguien imaginarse la profundidad de  los sentimientos de amor que lo motivaban como para seguir pensando en los demás después de haber sido maltratado, insultado, estando herido, preso y con esa sensación de saber que en cualquier momento dejarás de estar vivo.

El che nos enseñó a creer en la fe y el espíritu del individuo para hacer una revolución, en su carta de despedida a Fidel decía: “En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo donde quiera que esté, esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura”.

 También nos enseñó el amor a la humanidad, a los hombres, al otro:  En su última carta a sus hijos escribió: “Acuérdense que la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”.

A América y al mundo hay que hablarle de Ernesto porque 50 años después aún cunde la ignorancia, el odio y un discurso mercenario que intenta deslegitimar la lucha de Guevara.  Tristemente  en nuestro país todavía se escucha o se lee que el Che fue un invasor que venía a matar bolivianos. No, una y otra vez no.

El Che en su búsqueda de  crear humanidad abrazó y se movió por toda Latinoamérica. Llega a Bolivia y sin saber que sería su destino final, aprende aquí las más valiosas lecciones.

A Ernesto no le bastó nacer humano, aprendió a Ser humano y su legado es de humanidad, es de amor porque como él ya lo advertía: “Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor."

A América hay que hablarle de Ernesto porque él la amó y supo ser vanguardia para la liberación de los pueblos, a Cuba le dio la gloria de la nación liberada, y como le cantó Víctor Jara: “Bolivia también le llora. San Ernesto de la higuera le llaman los campesinos. Selva, pampas y montañas, patria o muerte su destino”

Y a riesgo de  parecer contradictorio, a 50 años de su presencia en Bolivia nuestro deber es salvarlo de ser Dios, porque  Ernesto transcendió por sus acciones, por cada ideal que materializó, por cada promesa que cumplió, él no fue perfecto, fue humano y nos enseñó que para serlo no basta ensalzarse de discursos o manuales combativos, sino que es necesario aprender  a parirnos a nosotros mismos cada cierto tiempo, para  hacer la guerrilla interior.

América debe saber de Ernesto y para esto no hay palabras más coherentes, más sinceras y reales como las que expresaba Fidel, y con ellas nos quedamos hasta la victoria:
“Si queremos expresar cómo queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos decir: ¡Que sean como el Che! 

Si queremos decir cómo deseamos que se eduquen nuestros niños, debemos decir sin vacilación: ¡Queremos que se eduquen en el espíritu del Che! 

Si queremos un modelo de humanidad, un modelo de humano que no pertenece a este tiempo, un modelo de hombre y mujer que pertenecen al futuro, ¡de corazón decimos que ese modelo, sin una sola mancha en su conducta, sin una sola mancha en su actitud, sin una sola mancha en su actuación, ese modelo es el Che! 

Si queremos expresar cómo deseamos que sean nuestros hijos, debemos decir con todo el corazón de vehementes revolucionarios: ¡Queremos que sean como el Che!”

A 50 años de tu querida presencia te decimos Hasta siempre, comandante.


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