miércoles, 19 de marzo de 2025

Mi carnaval y dinámicas moleculares

 


Por: Sergio Salazar Aliaga

De verdad que tanto carnaval me había puesto en la banca de suplentes para escribir, es así que este texto lo corregí varias veces, comencé varias veces, hasta darle una forma más agradable, me gusta la frase de “un buen escritor se aprecia mejor por lo que rompe que por lo que publica”, podríamos decir que fue el caso en concreto

Todo comenzó en la ocasión del XVI Aniversario de la Fundación del Estado Plurinacional de Bolivia, símbolo de la promulgación de la Nueva Constitución Política del Estado, hecho que significo la incorporación de grupos campesinos, indígenas que históricamente habían sido excluidos de la vida política, la Asamblea Constituyente había marcado el horizonte del Estado Plurinacional de Bolivia, que abrió la pluralidad de voces y perspectivas, consolidando un futuro inclusivo y diverso para todos, con unidad, justamente por eso para el miércoles 22 de enero de 2025, se había decidido hacer una pequeña entrada folclórica con toda la diversidad de nuestras culturas… era el comienzo del carnaval...

Para esa entrada folclórica me toco ser aguatero y ayudar en diferentes temas como la indumentaria (traje típico) qué era el de macheteros, el que mi institución participó, un día antes me llamaron para coordinar, llegue un poco antes, entre al auditórium del edificio, es ahí que vi a Nataly, pase dos veces, la mire, me puse nervioso, fue algo mágico, como un amor a primera vista. Después los acompañe al ensayo a la Plaza Abaroa, centro del barrio pintoresco de Sopocachi.

Al día siguiente fuimos a un encuentro de fraternización con toda la gente, un choripán, refrescos, bailes, amistades, etc, ese día supe que Naty era alegre y pacífica, y de corazón fácil.

Podríamos decir que fue algo así como la canción de Los Ángeles Azules, Belinda y Lalo Ebratt, Amor A Primera Vista, “La rola que sonaba incitaba a gozar, cuerpo a cuerpo, tú y yo, pegaditos los dos; Te dije, al oído: "me gustas y quiero que vengas conmigo esta noche"”. Seguía la canción, seguía la noche, seguía el baile y continuando la canción “Sin pensar en el pasado ni el presente, no me importa, amor, saber de dónde vienes, si soy el primero o el último en tu lista, yo sé bien que es amor a primera vista”.

De ahí, con un par de amigos más, nos fuimos a mi departamento, yo lo llamo mi recinto, ahí por lo general se me encuentra tarde en la noche, donde recibo visitas y amigos, está lleno de objetos queridos, ella al ver todas esas cosas me decía “tus cachivaches” ... en realidad soy un coleccionista, cada cosita tiene una larga y curiosa historia.

Ahí me trasnocho escuchando, Quirquiña, Octavia y al Grillo Villegas, bebiendo tragos cortos y a menudo jugando cacho...

Parte de esa tradición bohemia, que no se trata de una ficción literaria, sino, es una realidad de nuestros sufrimientos... por eso el carnaval es tan importante para nosotros... Y por eso el carnaval había comenzado esa noche.

El sufrimiento del boliviano es tan grande que no nos queda otra que mostrar una sonrisa...

Aún alegres o aparentemente alegres lloramos y nuestras lágrimas se derraman en la música popular... en las danzas, en el folclore, en los deseos insatisfechos y en los proyectos que nunca se cumplen, en los discursos que oímos y en el aire de la montaña que sopla, trayéndonos remordimientos de no poder ponernos de pie.

El escritor Peruano Luis Alberto Sánchez en sus crónicas se atrevió a decir que los bolivianos eran prácticamente "ENCUEVADOS" es decir introvertidos que vivían y pensaban para sí, en la soledad de sus montañas... Bebían copiosamente, disfrazados de diablos en sus fiestas y otra vez volvían a sus cuevas...

Le refutó con energía el escritor boliviano Fernando Diez de Medina y le dijo algunas de sus verdades: el boliviano no es como el limeño desparramado, alegre, con mezcla de amarillo y de negro, muy distinto al "serrano" que se parece al boliviano.

Todo eso cambió... ese día del Estado Plurinacional al conocer a esa cochalita... dos cuartos, suma de lo que soy, en realidad ella es todo lo que yo no soy, tan diferente, que con su sonrisa conquista el mundo...

Baile demasiado, casi como cuando nunca lo hago, no había bailado hace mucho tiempo... esa tarde noche zapateé hasta la difícil y complicada danza del Salay. En realidad, me estaba divirtiendo y sin darme cuenta estaba siendo feliz, lo malo fue al día siguiente, cuando desperté me di cuenta que había dormido poco y mal, con dolor de cabeza y con un sedimiento de estribo de cobre en el paladar, que lo interprete como estragos naturales de la parranda de una noche anterior

No suena nada poético, ya que estoy hablando de felicidad, pero la analogía es romántica al repensar la undécima tesis de Karl Marx sobre Feuerbach: “Los filósofos sólo han interpretado el mundo de diversas maneras; pero de lo que se trata es de transformarlo” ... ella había venido a transformar mi mundo, mi vida en esos momentos... tiempo después transformó mi monotonía cotidiana... podría decir, que fue la anaciclosis de mi eterno retorno.

La anaciclosis y el tiempo del mito en la historia no es nada menos que, la concepción del tiempo para los antiguos griegos y romanos estaba dada por su idea de tiempo cíclico. Ya en Platón y en los estoicos aparece la noción de ciclo cósmico, el que se renueva cada varios miles de años.

Por eso ella fue una ruptura en el tiempo, el corte o un comienzo como las películas de Bridget Jones, que es la mejor forma de entender el tiempo y la repetición, cuando ella dice, desde el próximo año, comienzo con nuevas metas.

Esa fue la motivación para que a los dos días fuera a visitarla a Cochabamba, donde aprendí un nuevo mundo.

Me dijo que bailaba caporales, me dijo que su fraternidad se llamaba “Centralistas Socavón”, yo como un extraño o un explorador fui a su ensayo... la vi bailar, vi sus dinámicas moleculares, vi a sus compañeros, esa comunión del caporal, la banda, los saltos, todo nuevo para mí.

Ese mismo día me llevo a una fiesta de su frater, ahí descubrí la noche Cochala, de lejos la mejor noche de Bolivia, es jovial, alegre, tiene su frescura, que alucinante es estar en Cochabamba. La Paz y Santa Cruz pecan de que todo está disperso, y sus distancias son grandes, en Cochabamba todo está concentrado en la Av. Melchor Urquidi, Av. América y Portales, eso es lo que le da un toque de glamour.

Comencé a ir a Cocha cada fin de semana, el segundo finde aprovechaba para ir a un curso antiimperialista con mi amiga Esther Sara, más conocida como capibara, en el avión recosté la cabeza en el espaldar y antes de cerrar los ojos le dije –cuando despierte- recuérdame que me voy a casar con ella. El amor que sentimos desde el comienzo fue apasionado, cortés y espiritual, y se refleja en las convenciones isabelinas del amor romántico. Que no es malo, solamente deconstruido por algún feminismo.

En eso llego el convite en Oruro… y lo demás es historia.